domingo, 27 de marzo de 2011

Crónicas de un motel


Primera vez que voy a un hotel “de paso”. Me estaba muriendo de nervios no tenía idea de la dinámica de estos lugares la cual la verdad esta muy inteligente. Llegué con mi novio a la entrada de un estacionamiento subterráneo donde te dicen donde estacionarte y ahí mismo pagas; el tiempo te lo dicen en horas (cosa que no sabía porque yo voy a hoteles jaja). Después de estacionarnos caminamos hacia el elevador al cuarto piso.
El cuarto no estaba nada mal, había una cama bastante grande con colcha negra (sexy?), un espejo enorme enfrente de la cama pero con “clase” por así decirlo, una regadera súper porno gigante y una de las ventanas de la regadera daba a la cama, la ventana era una especie de espejo así que reflejos por todas partes (fue mas tarde cuando comprendi el porque de estos);la tele era una pantalla plana (fancy) que en cuanto prendimos estaba el canal de pornografía y también puedes prender el radio con el control de la tele. En una de las mesitas de noche había dos condones “de cortesía” del hotel marca Patito o algo así (ya teníamos municiones desde antes, nada de que preocuparse).



La vista a una parte de la ciudad, nada mal, cenicero, mentitas, dos caballitos y dos sillas negras. Obviamente no es como que llegamos y nos tiramos en la cama a besarnos, al revés estuvo bastante incómodo al principio y era por mí, me sentía virgen a punto de perderla y como si tuviera 16. Cabe aclarar que mi vida sexual ha sido bastante activa los últimos años por lo que me sorprendió mi repentino miedo. Cambiamos el canal de pornografía a VH1 para no presionar tanto las cosas aún. Teníamos 5 horas y en esos casos no hay que desaprovechar. Se me ocurrió, para romper el hielo, jugar un pequeño jueguito de prendas nada del otro mundo pero definitivamente algo sexy para empezar. Él acabo encuerado en dos segundos y yo me fui más lento; una vez que acabo el juego eso de estar sin ropa créanme que te prende porque te prende, empezaron los besos, las manos, el increíble “foreplay” (lo amo). 


Fue sexy, tranquilo, poco a poco, y muy pasional. Primer condón. A mi manera de verlo el sexo es como estar borracho, te dejas ir, no estas en control de las cosas que haces o dices pero es cuando más te dejas sentir. Acabo el primer round y fue el mejor para calentar motores para las cuatro horas que nos quedaban; jugamos, vimos tele, nos acostamos abrazados, platicamos, nos reímos, fumamos, lo normal. No conozco a persona más prendedora, con una mirada yo ya estaba desesperada porque me volviera a tocar y lo hizo, y lo sentí todavía más. Segundo condón. Ya más entrados y para el segundo round la cosa se puso buena, ya había más confianza, más pasión y más ganas, más acción, más rápido, más sexual. No me gusta ser de las ruidosas que gritan porque las tocan dos segundos pero hay veces que no puedes no sentir y no expresarlo, abrí la boca, respire fuerte, me desconecte, pensé en lo bien que me sentía y me deje ir. Otro descanso, otro cigarro y ya más entrados. Tercer condón; aquí se pone bueno, ya no era necedad sino al revés los otros dos rounds fueron para llegar a este, ya no era sexo en un motel esta vez hicimos el amor; fue lento, nos vimos a los ojos, quien iba a decir que iba a hacer el amor por primera vez en un motel después de que muchas veces antes había tenido sólo sexo.(definitivamente me senti como en la cancion de arjona) Ahora si y aunque suene muy princesita no fue solo carnal sino que con cariño y emociones, eso es conectarse. Se preguntarán, como yo, a poco hubo otro condón? Pues sí. Eso de la tercera es la vencida no es tan cierto en el mundo del sexo.
Pero antes del condón fue lo que yo le llamó “nirvana”; estábamos acostados, para variar un poco apagó la luz, cosa que me dejó llevar un poco más. Estábamos completamente desnudos en la cama me empezó a besar el cuello más abajo, el abdomen, más abajo. Cabe aclarar que yo siempre he dicho que no soy muy fan de los blows a mí pero ¡no mames! Lo que es bueno es bueno. Me jaló a la orilla de la cama para que el estuviera hincado en el piso, empezó a jugar con su lengua, sus manos, neta no había tenido un orgasmo oral así; empecé a temblar, se me durmió todo el cuerpo, le apreté la cabeza con mis piernas de la tensión que sentía en el cuerpo y grite, me perdí en el paraíso del orgasmo y para acabar usó sus manos y estuvo delicioso. Obviamente después yo estaba muy pero muy sensible y me puse boca abajo. Cuarto condón. No se como se llama esa posición sólo se que yo boca abajo y el arriba (cabe recalcar que no anal, en todo momento fue sexo normal), una vez dentro,  una mujer siente muchísimo más que otras posiciones; me tuve que agarrar de la sábanas de lo que estaba sintiendo dentro, sentía cada parte de mi cuerpo y del suyo, sentí como nunca había sentido antes. Después de un rato me voltee y volvimos al misionero para acabar con broche de oro. Acabó todo, no podíamos más, estábamos en un nivel de relajación diferente, el amor no cabía en el cuarto y los dos con una sonrisota. deapues de tanta cogida. El olor a sexo era penetratante, lo unico que odie fue que olvidaramos el lubricante, ya que se muy bienque eso es felicidad total.
Nos vestimos (un muy buen amigo me recomendó poner toda la ropa en el mismo lugar cuando nos la quitáramos para no estar buscando ropa al final por todas partes) nuestro tiempo ya se acababa, nos reímos, nos volvimos a besar y a abrazar y nos despedimos de nuestro cuarto.
Ir a un motel fue una de las cosas más interesantes, satisfactorias, educativas y memorables que he tenido. Entré a la dimensión desconocida en la que quiero estar diario o por lo menos una vez al mes. Para todos los que ya lo hayan hecho dos palabras: ¡que rico! Y los que no, se están perdiendo de la experiencia de sus vidas, no sean coyones y háganlo, que solo se vive una vez.
Seguiremos experimentando cosas nuevas y manteniendo al tanto, porque nosotros si decimos LO QUE NADIE DICE
V..

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